El Tribunal Internacional de La Haya, máxima instancia judicial de la ONU, ha validado, mediante resolución no vinculante, la declaración unilateral de independencia de Kosovo, proclamada en febrero de 2008. Según el Tribunal, «el derecho internacional general no contempla prohibiciones sobre las declaraciones de independencia y, por tanto, la declaración del 17 de febrero de 2008 no viola el derecho internacional general».
Con esta rocambolesca argumentación, los leguleyos del organismo “internacional” otorgan carta de naturaleza a la secesión de una región europea, a la par que se pasan por el mismísimo forro su propia legalidad, expresada en la resolución 1244 del Consejo de Seguridad que “garantizaba” para Serbia su integridad territorial y su soberanía sobre la región de Kosovo.
La ONU, como viene siendo costumbre, se limita a convalidar las acciones de sus amos imperialistas, realizadas por la vía de los hechos consumados: Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania y Francia ya habían reconocido la independencia de este enclave balcánico manejado por las narcobandas islamistas de albano-kosovares, armadas y financiadas en aras de los espurios intereses de las mencionadas potencias.
Es innegable que los Balcanes se ensangrentaron por la torpe instigación de los alemanes, a la que siguieron las intrigas diplomáticas británicas y francesas. Los estadounidenses, finalmente, desembarcaron para obtener la ganancia del pescador e imponer su orden frente al caos organizado por sus virreyes europeos. Kosovo, concedió el pretexto para dar la puntilla a un aliado de Rusia, Serbia, y facilitar la instalación de una macrobase para las tropas yanquis. Eso es Kosovo, un apéndice yanqui en los Balcanes.
Los imperialismos estadounidense y europeo son portadores de la barbarie. Después de haber bombardeado Serbia y ocupado con las fuerzas de la OTAN un pedazo de su territorio, Kosovo, permitieron a los albano-kosovares, con la aquiescencia de las “fuerzas de interposición” de la KFOR, una implacable limpieza étnica de la población serbia. Erigido este monumento a la vesania etnicista mediante su reconocimiento, ahora lo convierten en paradigma de derecho internacional y luminaria para los separatistas de todo el mundo, incluida España.
Ni la UE ni la OTAN, ni la ONU son el valladar de nuestra soberanía e integridad territorial, antes bien, son acicate para la aceleración de nuestra descomposición. No nos tranquilizan las declaraciones del Departamento de Estado estadounidense afirmando que el caso kosovar no es exportable a España. Sólo la instauración de una República Unitaria en España dotada de potencia económica y militar podrá conjurar las asechanzas del imperialismo. Por cierto, durante un año nuestras tropas han estado protegiendo a los separatistas en Kosovo, un estado que no reconocíamos.