La intentona de derrocamiento de Al-Assad y el subsecuente cuarteamiento de Siria en varios pedazos (Sunnistan y Kurdistan, respectivamente bajo el control de los “proxies” islamistas y kurdos de USA) presentado al mundo como una “guerra civil” no sólo ha resultado un sonoro fracaso, ya que los sicarios takfiries de la entente de intereses contrapuestos, USA, Arabia Saudí, Catar, Turquía, Israel, Francia y Reino Unido han recibido sopas con ondas y han sido diezmados en Siria a manos del ejército sirio y de sus aliados iraníes y libaneses del partido- milicia Hezbolá, con el apoyo aéreo de la Federación Rusa, sino que además el tiro les ha salido por la culata y lejos de debilitar a Irán convirtiendo a Siria en un estado fallido, que era uno de los objetivos de esta agresión encubierta a Siria, ha puesto al archienemigo de Israel a sus puertas, a tiro de piedra, y ha catapultado a Hezbolá en las elecciones libanesas, mientras las petromonarquías del Golfo patrocinadoras e instigadoras del conflicto en Siria se las han tenido que ver ya, cara a cara, con los iraníes en Yemen.
Trump ha abandonado unilateralmente el pacto nuclear con Irán instigado por los lobbies israelí y saudí, conjurados ante el creciente poderío de Teherán y la consolidación de su presencia militar en la invicta Siria, para estupor de sus vasallos de Eurolandia, que con el culo al aire, perderán sus suculentos negocios con los persas bajo la reactivación de sanciones del amigo americano.
Que Netanyahu sea el dedo acusador de la presunta actividad nuclear de Teherán para fines militares violando el pacto de no proliferación, no sólo es una mentira tan grande como la pergeñada sobre las fabulosas armas de destrucción masiva de Irak que nunca fueron halladas o los presuntos ataques químicos del gobierno de Al-Assad sobre la población, sino que tal falacia representa el colmo del cinismo y la hipocresía al resultar Israel ser único estado de Oriente Medio que es conocido posee cabezas nucleares y demás armas de destrucción masiva (incluidas químicas y bacteriológicas).
Trump, farisaico, ha acusado a su vez a Irán de patrocinar el terrorismo en todo el mundo, cuando, precisamente, los iraníes se baten el cobre en Siria e Irak combatiendo a los mercenarios islamistas barbudos de las monarquías terroristas del Golfo y Norteamérica.
A las continuas violaciones del espacio aéreo y ataques de la aviación israelí que padece Siria, que además soporta la ocupación hebrea de los Altos del Golán desde 1967, territorio que ha servido de santuario a los terroristas islamistas, en los últimos días se ha sumado la ofensiva de Tel Aviv dirigida contra objetivos iraníes en el territorio sirio en una línea de provocación que persigue una escalada bélica en la región y a la que puede ser arrastrado medio planeta. Israel, auxiliado por Washington, aunque tenga que arder el mundo, no permitirá la permanencia iraní en Siria.
Los europeos, los españoles, no podemos ni por un momento admitir el excepcionalismo israelí por el que se arrogan el derecho a contravenir todo orden internacional e imponer sus agresiones bajo la patraña de su derecho a defenderse por ser la única democracia de Oriente Medio, cuando no es más que un enclave teocrático y militarista ocupante de territorios que no le pertenecen. Ni le han pertenecido nunca.