Por razones de marketing electoral el PSOE todavía entona la Internacional con el puño en alto. Y en obligada contraprestación a la función de los grandes sindicatos como guardianes de la paz social, ha dotado con 3.000 millones un plan de empleo de los ayuntamientos, que se limita a sacar del paro durante 6 meses a 425.000 trabajadores. Una gota de agua en el desierto. Tengamos en cuenta que, entretanto, a la administración zapaterina no le ha temblado el pulso a la hora de aprobar cataratas de EREs, que en su 60% son extintivos. En el primer semestre han afectado a 350.000 trabajadores, con un ritmo de crecimiento de 50.000 al mes, lo que abona el cálculo de unos 600.000 a fin de año. Están, finalmente los 420 euros durante seis meses a los parados que ya no perciben ninguna prestación, insultante limosna de un sistema incapaz de crear empleo y que, sin embargo ha entregado sumas astronómicas a los poderes financieros y caciques autonómicos. Sumas que deberán sufragar los contribuyentes, por lo que estamos en las puertas del mayor atraco fiscal de nuestra historia, apoyado en un mentiroso discurso a lo Robin Hood: repartir entre los pobres el dinero de los ricos.
Zapatero ha anunciado una subida de impuestos en torno al 1,5% del PIB (unos 16.000 millones). Este paladín de la justicia social se ha apresurado a recalcar que la subida afectará sensiblemente a las “rentas del capital”. Pero bajo este concepto se incluyen sectores de asalariados, autónomos y pequeños negocios con retribuciones inferiores a 21.000 euros (1.500 euros al mes) y que han tenido la ocurrencia de emplear el ahorro de largos años de esfuerzos en acciones o fondos de inversión, por los que tributan al 18%. Con la subida de esas “rentas del capital”, en 2010 se les retendrá un 20% ó un 22%.
En cambio, no parece que la subida de impuestos vaya a afectar a las grandes fortunas, parapetadas en las Sociedades de Inversión de Capital (SICAV), que tan sólo tributan un 1%. Se trata de sociedades anónimas que sólo pueden crear los que disponen de 2,4 millones de euros y que podrán seguir disfrutando de esa vía para tributar menos.
En realidad, el objetivo recaudatorio perseguido por Zapatero deberá venir fundamentalmente de una brutal subida de impuestos indirectos, que pagaremos todos, seamos ricos o pobres, y que podría afectar al IVA y de nuevo a los impuestos especiales sobre la gasolina, alcohol y tabaco.