Las elecciones del 20-N llegan en el momento de máxima presión sobre la deuda soberana, la prima de riesgo española ha alcanzado máximos históricos. Más allá de que sea una forma de influir en la intención de voto de los electores a favor del relevo del PSOE por el PP, lo cierto es que no hay que ver esta situación como algo exclusivo de España. Las primas de riesgo de Italia, Francia, Bélgica o Austria también muestran una tendencia alcista. Es la prueba de que el problema tiene naturaleza global.
En el ámbito doméstico, las encuestas anticipan una rotunda victoria del PP como consecuencia del ahondamiento evidente de la crisis económica. Mientras que el PSOE es el partido de la decepción, el PP es identificado como el de la esperanza. Los expañoles así los ven. Los cinco millones de parados y el deterioro imparable de las expectativas económicas explican el previsible cambio de gobierno.
Pero el nuevo gobierno, sea del PP o del PSOE, no va a sacar a la economía española de la crisis. No se va a crear empleo en los próximos años, ni se va a iniciar la recuperación económica. El nuevo gobierno se va a limitar a aplicar las órdenes que lleguen desde Berlín. La soberanía nacional en lo económico ya casi ha desaparecido por completo y pronto veremos a los inspectores del BCE y del FMI en Expaña, y al nuevo gobierno de su majestad rindiendo cuentas y pleitesía a Merkel y Sarkozy –si no se rompe el eje franco-alemán antes–. Solicite o no el régimen juancarlista un plan de rescate financiero, los recortes presupuestarios y el estancamiento –cuando no la recesión– de la economía española continuará.
El ejemplo de los países europeos que ya han sido intervenidos debería abrir los ojos a más de uno. En Grecia, en Irlanda y en Portugal, con ocasión del “rescate” financiero ante la inminencia de sus bancarrotas, se han producido en los meses anteriores cambios de gobierno. A los conservadores les han sucedido los socialistas o viceversa. Y de nada ha servido. Ninguna de estas economías ha mejorado: continúan los recortes presupuestarios, el desmantelamiento de sus estados, la recesión o la necesidad de más préstamos. Es absurdo creer que España va a ser diferente.
Grecia sigue marcando la referencia fundamental. Los conservadores fueron lo que falsificaron las cuentas del Estado para engañar a la Unión Europea. Los socialistas, que les derrotaron en las consiguientes elecciones, han perseverado en la aplicación de las imposiciones derivadas del plan de rescate que recibieron. El empobrecimiento de los griegos ha corrido parejo al aumento de su rabia y a su contestación en las calles mediante manifestaciones y huelgas generales. Llegados a este punto, conservadores, socialistas y ultraderechistas han acordado un pacto de “unidad nacional” que ha dejado la gestión del Estado en manos de tecnócratas. O sea, la misma clase política que ha llevado al país a la ruina se conjura para perseverar en su “histórica misión”. Papademos, el nuevo primer ministro, era el presidente del banco nacional cuando se falsificaban las estadísticas y ha trabajado en Goldman Sachs, el banco que ayudó en dichas falsificaciones. Bastó el órdago de Papandreu a la UE de someter a referéndum las aún más duras condiciones del necesario segundo rescate para que se dispararan todas las alarmas en los cenáculos del gran capital. No sólo Papandreu desmontó su farol, sino que se impuso a Papademos y sus tecnócratas. Con Monti, nuevo primer ministro italiano también al frente de un gobierno de tecnócratas, y Draghi, presidente del Banco Central Europeo comparten haber trabajado para Goldman Sachs. ¿Coincidencia?
La gravedad de la crisis global en la que nos hundimos requiere de alternativas globales. Y en nuestro caso la salvación pasa por un profundo ejercicio de patriotismo sin complejos. La salvación de la economía española es lo mismo que la salvación de España. Y la salvación de España pasa por la defenestración del régimen juancarlista en su totalidad. No hay futuro para nuestra nación, no hay soluciones posibles, en el marco del sistema vigente. Lo seguimos advirtiendo, sólo la refundación de España nacional-democrática en lo político y socialista en lo económico nos permitirá huir del abismo. Y este objetivo no saldrá de las urnas del 20-N. Quienes voten se convertirán en cómplices del descalabro. Sólo mediante la acción de los españoles en las calles, sólo a través de una rebelión nacional articulada en torno a estos ejes irrenunciables:
- Un combate por la soberanía nacional que niegue el reconocimiento de la deuda, que recupere una moneda y una política monetaria propias, que rompa con la UE y el FMI.
- La socialización de bancos y cajas, y su unificación en una banca pública con potestad de banco emisor, que ordene y canalice el crédito y asegure los depósitos de los pequeños ahorradores.
- La socialización de todos los sectores estratégicos, empezando por el energético, con recurso a la construcción de centrales nucleares más grandes, potentes y seguras.
- La demolición del Estado de las autonomías, cupos y fueros. La racionalización y concentración de municipios.
- La supresión de subvenciones públicas a partidos, sindicatos, patronales, iglesias y montajes clientelares de la partitocracia reinante.
- La defensa del sistema pública de pensiones.
- Una fiscalidad basada en la imposición directa y progresiva.
- La creación de una institución pública con potestad para la constitución de un parque público de viviendas en régimen de alquiler no superior al 20% del salario.
- La defensa del Estado, especialmente en sus competencias de Educación y Sanidad, frente a su desmantelamiento en beneficio del capital privado.
- ¡Ni un soldado español al servicio de las intervenciones imperialistas! ¡Salida de la OTAN! ¡Fuera las bases yanquis del territorio nacional!
Nuestro llamamiento a la abstención activa debe entenderse como una plasmación política contundente de nuestro rechazo a la participación en las instituciones del juancarlismo. No es una mera acción de protesta ante las “imperfecciones” del sistema partitocrático. Es, además, un llamamiento a la no participación en las mismas. Se enmarca, como una pieza más, en nuestra estrategia: promover el derrocamiento del régimen juancarlista mediante una rebelión nacional.
¡Contra el régimen!
¡Abstención activa!
¡Hacia la Rebelión Nacional!